ABAI-2: tarea 3
Fraude, negligencia y revisionismo en la investigación científica histórica
En las ciencias sociales y humanas, a diferencia de otras ramas de las ciencias, la interpretación de los datos y, en el caso de la historia, de las fuentes, son cruciales a la hora de construir el discurso científico. Esto hace que, por un lado, el “fraude” científico no se dé de la misma forma: por ejemplo, las cifras van a ser menos exactas a medida que vamos retrocediendo en el tiempo y es algo con lo que investigadores e investigadoras ya contamos de antemano, por lo que da pie a una mayor variabilidad y teorización cuando hablamos de, por ejemplo, Prehistoria. Y, aunque como historiadores e historiadoras tengamos la responsabilidad de priorizar nuestra relación epistemológica con la disciplina, nuestros resultados siempre están mediados por nuestra interpretación y discurso. Rara vez hay verdades absolutas.
Sin
embargo, eso no significa que no exista la objetividad. La objetividad en la
disciplina histórica existe y, siguiendo los argumentos de autores como Herman
Paul (La llamada del pasado, 2016), debe ser nuestro objetivo y
horizonte cuando tratamos con el pasado.
De
esta forma, en historia, podríamos considerar que el revisionismo histórico es
la forma más común de “fraude científico”. Sin embargo, incluso al hablar de
revisionismo, también depende de cómo se interprete el concepto: si como una
revisión de datos y discursos dominantes o una revisión sesgada del pasado con
el objetivo de manipular cifras para favorecer un discurso o planteamiento
teórico en específico. Es esta última la definición que encaja con el fraude.
Probablemente
el ejemplo más sonado de revisionismo histórico como fraude sea el negacionismo
del Holocausto, no solo por el lugar que el Holocausto ocupa en la memoria
colectiva de la sociedad europea y occidental, sino por la cantidad de documentación,
restos materiales y fuentes orales que corroboran la existencia de este
episodio histórico. Por absurdo que pueda parecer negar la existencia de un
fenómeno tan sonado y recordado como lo es el Holocausto, nos da la oportunidad
de revisar y reivindicar la metodología histórica como lo que es: una
metodología científica que, a pesar de estar mediada por la interpretación de
los historiadores e historiadoras, es rigurosa y fidedigna si se hace un uso
veraz de ella.
Es verdad que en diferentes disciplinas las modalidades de fraude cambian. Pero hay algunos casos palmarios. Un "precioso" es el hombre de Pitdown, un absolito "invent" en la búsqueda del eslabón perdido (que ni es eslabón ni se perdió nunca)
ReplyDeleteUn caso muy interesante, desde luego, que mezcla historia, antropología, paleontología... En la tarea 4 menciono otros casos, más relacionados con la arqueología, en los que pasan cosas similares. Algo que, por desgracia fue relativamente común entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando encontramos estos casos de grandes "descubrimientos" en los que no se ha empleado un método científico riguroso.
DeleteInteresante reflexión sobre el fraude en la investigación histórica. En este contexto, creo que resulta relevante analizar a figuras como Pedro Varela, el dueño de la Librería Europa, que se dedicó a la difusión de todo tipo de literatura negacionista (Joquim Bochaca, Ramón Bau o David Irving). Su interpretación del revisionismo histórico —entendido como un supuesto repaso a los archivos para 'corregir' errores de otros historiadores— ejemplifica cómo este concepto puede ser manipulado para legitimar discursos pro-nazis.
ReplyDeleteCompletamente de acuerdo. Creo que es necesario defender, como historiadores/as, que aunque dentro de la disciplina haya espacio para la interpretación, hay unos consensos históricos que no podemos negar (como que el Holocausto sucedió, por absurdo que parezca tener que reafirmar algo así) y diferenciarnos de aquellas personas que, fingiendo hacer historia, solo quieren extender discursos de odio.
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