ABAI-2: tarea 4

Sistemas CTS y Patentes: reflexión.

Creo que muchos de los compañeros y compañeras que investigamos en el ámbito de las humanidades y las ciencias sociales compartiremos una sensación de desapego o extrañeza hacia conceptos como las patentes. Si bien en los inicios de las disciplinas histórica y, sobre todo, arqueológica, estas estuvieron marcadas por los "grandes descubrimientos" que han pasado a la historia, hoy en día el funcionamiento y, sobre todo, el impacto social y económico de estas disciplinas, ha cambiado. Estos descubrimientos, aunque famosos y ampliamente reconocidos en la cultura popular (podríamos hablar aquí de Howard Carter y el descubrimiento de la tumba de Tutankamón o la reconstrucción de Cnosos por parte de Arthur Evans), en la actualidad se consideran intervenciones científicamente poco rigurosas e incluso ahistóricas. Incluso en esos casos, sin embargo, tampoco aplica la idea de patente. ¿Pueden patentarse unos restos modificados, por mucho que hayan sido sacados a la luz por una figura reconocida en su campo? ¿Y una civilización? ¿Una cultura material?

El concepto de patente, por lo tanto, no aplica en una disciplina en la que rara vez se producen objetos o materialidades candidatas a patentarse, si bien se acuñan conceptos y teorías que sí se asocian con autores específicos, aunque no exista ese vínculo jurídico que presentan las patentes.

Es comprensible el querer dejar la firma y atribuirse el mérito de los resultados de una investigación, tanto si esta da frutos materiales como teóricos. Sin embargo, más allá del reconocimiento de esta propiedad intelectual, me pregunto si las patentes, en la práctica, actúan más en respuesta de intereses económicos y como baches a un avance en el conocimiento que solo se puede dar desde el trabajo acumulado de todas las investigaciones que te preceden en tu campo.

Al igual que el sistema CTS, son conceptos que operan bajo lógicas capitalistas, ya que es ese el sistema económico que los ha alumbrado y es inevitable cuestionar si estas dinámicas de capitalización del conocimiento o de valorización de este en la medida en la que sus resultados pueden ser aplicables a una industria determinada, no potencian que prime sobre los científicos y científicas una relación económica con su disciplina en lugar de la epistemológica.

A riesgo de sonar utópica, creo que el pleno desarrollo de la ciencia (y no exclusivamente de las ciencias humanas), solo puede darse desde la emancipación de las dinámicas capitalistas que, cada vez en mayor medida, priorizan la rentabilidad de los proyectos y la rapidez de sus resultados. Esto, sin embargo, choca con la realidad en la que vivimos y la necesidad de financiación, sea pública o privada, para que investigadores e investigadoras podamos dedicarnos a la investigación de nuestras áreas.

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